19 de abril de 2012

La puerta de los cielos

Aislada, desorientada...Perdida en un mundo que no es el mío, un mundo en el que me siento fuera de lugar, encarcelada entre paisajes que no estaban ideados para mi. Todos tenemos un espacio en alguna parte, quizá ese lugar se encuentra precisamente en la tierra que pisas, o quizá el destino te guarda lejos un hueco hecho a tu medida; pero lo cierto es que de alguna forma, se trata de buscarlo, hallarlo y convertirlo en un pedazo de nosotros, hacerlo nuestro para siempre. Antes me sentía así, como una extraña, como una extranjera en un país desconocido, como si  fuera de otro planeta distinto a este, en el cual, parecía que nadie lograba entenderme, nadie hablaba mi idioma, nadie comprendía mi visión de las cosas; aguanté durante años sintiéndome prisionera hasta de mi cuerpo, mi alma marchita divagaba esperanzada por poder encontrar esa parte que le faltaba, poder llenar ese vacío inmenso que inundaba todo mi ser. Y cuando menos lo esperaba, cuando dejé que mis fuerzas cayeran y que el cansancio se apoderara de mi, divisé en la distancia un rayo de esperanza, una estrella que parecía esconderse entre las otras con timidez, sin querer hacerse ver, pero para mí, no había luz más bonita que esa, su sonrisa iluminó mi cielo en cuestión de segundos. Tu me hiciste comprender que   tarde o temprano se llega a alguna parte, siendo conscientes o no, si seguimos caminando llegaremos a algún destino, tal vez desconocido, uno completamente nuevo y extraordinario, cargado de sorpresas, de misterios, de pequeñas porciones de maravillas que matan hasta las palabras.
Yo ya he encontrado mi lugar en el mundo, donde descanso tranquila, donde estar segura de mi misma.
Sentada a la puerta de los cielos.
Tu corazón, es ahí donde quiero habitar por siempre.

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