¿Qué
queda de mi? Sueños rotos y un montón de lágrimas. Un corazón herido y mil
recuerdos que vienen a mi como un vendaval. Sola, asilada. ¿A dónde te fuiste,
pequeña parte de mi alma? Busco en mi interior y ya no me encuentro. Todo te lo
llevaste contigo.
Miro a mi alrededor, mil caras
conocidas, pero ninguna me dan respuestas a este caos de dudas que me surgen,
no me dan la clave de la salida. ¿Qué nos pasó? ¿Por qué nos quitaron nuestro
amor? ¿A dónde se van esas caricias que ya no se dan? ¿Y los besos?...¿Es este
el final? Nuestro final.
Me miro al espejo y no me reconozco.
Aparentemente sigo siendo la misma, pero hay algo que se ha ido lejos de mi. No
huyas sonrisa, algún día volverá la luz.
El mundo, el que yo conocía, parece haber sufrido un cambio
infrahumano. Busco de nuevo mi lugar, pero es difícil encontrarlo si yo sigo
perteneciendo al hueco que se forma entre tus brazos. Podrás encontrarme en la
calle que te llevan a tus mismos pasos, no muy lejos de ti sigo yo, atándome a
tu vida, lo que hace que cada vez yo me aleje más de la mía propia.
Enfermo y dulce amor. ¿Cómo saber
cuando parar? Asumir la derrota. Más vale conservarlo como el tesoro más
valioso de mi vida, así que cogeré todos los momentos que nos hemos dado, junto
con tu sonrisa, y los guardaré en un cajita en la que conservarlos por siempre.
Paso mi corazón bajo candado, y dejo la llave en mi mente. De esta forma cada
día podría adentrarme en mi misma y sentir de nuevo ese calor y cobijo que
sentía exactamente en cada pequeño instante que viví junto a ti. Siempre como
lo más perfecto e increíble que me ha pasado, así lo recordaré.
Es hora de decir “Adiós”.
Aunque yo
siempre he sido más de los “Hasta pronto”.